9.14.2010

EL PAÍS PÁRVULO
La tierra en mi país tiene olor de recuerdos.
Si el pájaro hace un ángulo de heridas circulares,
los árboles meciéndose
le abren el corazón al viento
y cantan
-como si fuera una arpa de cristal y de plata-
La tierra en mi país tiene sabor de sueño.
Si la canción oscila en la pupila
de alguna enamorada:
está la tarde azul
o la noche clara.
La tierra en mi país tiene dulzura de manzana.
Mi corazón, inmóvil, ante la sombra mía:
-fina y divina y grácil y fugaz volandera-
no sabe qué decir,
Sólo alza su capa morena de pena,
al viento, a la arena,
le huye
y vuelve a vivir.
En mi país el cielo tiene color de añil.
Es sencillo el espíritu
pero la esperanza es más alta que la rosa
y la palabra es única como el eje de la tierra.
El silencio es la aguja de la noche
que abre y divide en alas los nocturnos
cantos de las sirenas.
En mi país el cielo tiene temblor de azucena.
Por los caminos regados de oro y de sueño
cruzan los dulces ojos de los tristes.
Por los caminos regados de música
vienen y van -romerías celestes-
las más dulces tristezas de la tierra.
En mi país el cielo tiene anillos de cera.
Los niños allá lejos hacen rondas doradas
y puras y claras y buenas y santas.
En mi país los niños juegan en la alborada,
la rizan en sus trenzas,
la arrullan en sus manos,
y la acunan callados en el alma.
En mi país los niños tienen el alma clara.
No hay naufragios profundos
ni alas desamparadas.
No hay sangre que refuerza los sueños
y los hunda en el sueño de la sangre.
No hay suplicio de rocío perenne
sobre corolas muertas.
En mi país,
todo tiene la gracia de las resurrecciones cándidas.
Éxtasis:
No preguntéis por mi país lejano;
lo miré
cuando tenía el alma desnuda
y aún lleva una estrella en la mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario